En muchas ocasiones somos incapaces de entender la postura de otros, tan sólo por el hecho de que es inconcebible para nosotros lo que nos preguntan, o lo que nos dicen.
Una vez más Derek Sivers nos expone en un vídeo de menos de 3 minutos, , como nos dejamos llevar por los prejuicios que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, incluso con algo tan simple como preguntar en que calle estamos.
Lo hace todo de una forma muy gráfica y sencilla, y con ese estilo desenfadado con el que se suelen caracterizar sus intervenciones.
Diferentes perspectivas.
Reconozco que, a mí también me resultó curioso el hecho de que las calles no tuviesen nombre en Japón, y que las viviendas estuvieran numeradas por orden de construcción.
Si nos paramos a pensar mínimamente, es evidente que este sistema tiene una lógica tan válida como la nuestra, al dar nombre a las calles y numerar los edificios de forma correlativa, en base a su ubicación.
En el vídeo podemos disfrutar de otros muchos ejemplos, en la forma de entender la medicina, en la forma de ver el mundo, en la forma de contar.
Esto me lleva a una cuestión, por qué es necesario que algo ocurra en el otro extremo del mundo, para que entendamos que puede haber diferentes formas de ver o hacer las cosas.
Si ocurre en Japón o en China, lo entendemos, pero si es nuestro vecino, un miembro de nuestro equipo, o nuestro jefe, automáticamente juzgamos que están equivocados en su planteamiento, tan sólo porque es distinto a lo que se venía haciendo o pensando.
Los prejuicios y la comunicación.
También resulta interesante descubrir que al recibir una respuesta no esperada, nuestra reacción es exactamente la misma que el que está respondiendo. Es decir, no entendemos por qué las calles tienen nombre, es una excentricidad.
Esto nos lleva a una situación en la que, tanto el emisor como el receptor se ciegan con sus respectivos prejuicios, y al final de esta conversación, ambos terminan frustrados.
Las personas deseamos entender y hacernos entender. No hay nada más frustrante que entablar conversación con alguien, y sentir una y otra vez que nos topamos contra un muro.
Esto ocurre porque no somos capaces mantener nuestra mente lo suficientemente abierta, como para entender que quizás la perspectiva de la otra persona sea completamente distinta a la nuestra, aunque no sea un ciudadano japonés o chino.
Por eso, estoy absolutamente convencido que hemos de ser curiosos y hacer diferentes cosas, conocer nuevos lugares y culturas, vivir nuevas experiencias que nos descubran los prejuicios que teníamos, y con ello, ser capaces de entender mejor a otras personas y al mundo que nos rodea.
Así que, la próxima vez que creas que alguien te está diciendo o preguntando algo absurdo, párate a pensar si no te estás dejando llevar por tus propios prejuicios.
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