Hace unos días tuve la suerte de encontrarme con esta historia, en la que la señorita Thompson, una maestra de quinto curso, cuenta como un alumno cambió su forma de ver la enseñanza.
Nada más terminar de leer el texto, tuve claro que quería escribir una entrada sobre él, ya que me pareció una historia inspiradora, y con una enseñanza moral que es perfectamente extrapolable al liderazgo.
Me pareció una historia maravillosa para que todos despertemos, para hacerte despertar como líder.
Es más, si no tienes mucho tiempo que dedicar a la lectura, casi prefiero que leas la historia antes que este artículo.
Gracias por haber creído en mí.
A veces creer tan sólo significa tender la mano, para que pueda asirse a ella y levantarse para continuar luchando.
En otras ocasiones puede ser necesario que seamos nosotros los que luchemos por esa persona, sacándolo del hoyo en que esté metido.
Todos, en un momento dado, necesitamos que alguien se nos acerque y nos dé la ocasión de demostrar lo que somos capaces de hacer, o que tras un contratiempo somos capaces de volver a ponernos en pie y volver a avanzar.
Pero para que eso ocurra, primero es necesario que el líder se acerque a esa persona que ha caído en desgracia y le dé esa oportunidad.
Gracias por haberme hecho sentir importante.
Hacer sentir importante a un subordinado puede consistir en algo tan sencillo como dedicar unos minutos a charlar con él, haciéndole ver que su opinión tiene valor para nosotros, o que de verdad nos interesa cuáles son sus problemas y como le podemos ayudar.
Reconocer el trabajo de nuestro personal, les hace conscientes de que los observamos, y que valoramos positivamente la contribución de cada uno de ellos al equipo, y como ésta ha ayudado a alcanzar los objetivos marcados
De alguna manera le estamos invitando a continuar trabajando duro, y le hace sentir orgulloso de lo que ha conseguido. Se le está motivando para afrontar nuevos retos.
Tú como líder también te sentirás bien, porque sabes que has hecho lo correcto. Sabes que has sido generoso, y no te has apropiado de la victoria alcanzada por tu equipo.
Gracias por haberme demostrado que podía cambiar.
Todos hemos tenido algún miembro de nuestro equipo que parecía rendir menos que los demás, o cuya actitud dejaba mucho que desear, y hemos pensado que era imposible que esa persona cambiara.
Voy a ser el primero en levantar la mano y confesar. Sí, a mí también me ha pasado, pero también puedo decir que intento evitar esa actitud, y que me esfuerzo para no caer en ese error.
No voy a contarte ninguna milonga, ni te quiero mentir. Es cierto que algunas personas no van a cambiar, o al menos ni tú ni yo habremos sido capaces de hacerlos despertar. Pero al menos tendremos la tranquilidad de saber que lo hemos intentado, que no dejamos a nadie en la estacada.
Es más, a partir de mis experiencias puedo decir que este tipo de persona es minoría. La mayoría termina aceptando esa segunda, tercera o enésima oportunidad que se le presenta.
Has de despertar como líder.
En no pocas ocasiones es muy probable que malos jefes, líderes que tenían sus sentidos dormidos, hayan ido «estropeando» esos recursos humanos.
Ya sea por haberlos hecho sentir incapaces de hacer nada, o por no concederles parte del merito de los éxitos alcanzados reconociendo sus aportaciones. Quizás simplemente consideraron que su conducta era incorregible, y ni siquiera intentaron ayudarles, tomando la decisión de no implicarse en los problemas de sus subordinados.
El caso es que estropearon el mayor valor de cualquier organización, su personal.
En mi caso, siempre procuro tener presente que hubo un momento en que esos veteranos, y no tan veteranos, que ya parecen estar a vuelta de todo, estuvieron ilusionados y motivados para desempeñar su misión en este trabajo.
Sí, a veces hay que mostrar determinación, y persistir tendiéndoles la mano, pero eso forma parte de las aptitudes, y actitudes que te proporcionará un gran valor como líder. Cada Teddy que seas capaz de rescatar hará crecer tu liderazgo.
No siempre vas a poder elegir a las personas que forman parte de tu equipo, o Unidad, y cada persona que vuelve a subirse al carro es una persona más que aportará al conjunto, y en última instancia sabes que has hecho lo correcto.
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