De repente nos despertamos un día y podemos descubrir que en realidad no estamos haciendo bien algo en lo que nos creíamos unos auténticos expertos.
En este vídeo Terry Moore nos explica cómo hacer algo tan sencillo como atarnos los zapatos, ya que descubrió que lo estaba haciendo de forma incorrecta durante 50 años de su vida.
Esto mismo nos puede ocurrir a cualquiera de nosotros, en esta faceta de la vida, o en cualquier otra de las muchas actividades que desarrollamos, y en las que nos consideramos expertos.
Esto siempre se ha hecho así.
No creo que escuchar esto sea algo raro para ninguno de vosotros. En forma de respuesta cuando interrogamos a alguien por el motivo por el cual hizo algo de una determinada manera, o también como desaprobación al introducir algún cambio en la forma de hacer las cosas.
A veces hacemos algo de una forma determinada por mucho tiempo, para terminar descubriendo que lo estábamos haciendo de manera incorrecta, o que existen otras vías distintas pero igualmente efectivas.
No pasa nada, no se acaba el mundo porque descubramos que no nos sabíamos atar los zapatos correctamente. Es cuestión de adoptar una actitud despierta, receptiva y adecuada para aprender cosas nuevas.
Aunque es cierto que hay de reconocer que, en muchas ocasiones, la forma habitual de hacer las cosas es la más adecuada, ya que el paso de los años ha ido dando sus frutos y ha depurado el proceso lentamente.
Pequeñas ventajas, grandes resultados.
Incluso las personas más eficaces, inteligentes, intelectuales, conocedoras, experimentadas e innovadoras del mundo pueden estar equivocadas en la forma de hacer algo muy simple.
Por muchos conocimientos que tengamos sobre algún tema, hemos de ser conscientes de que siempre podemos aprender algo nuevo, y que en ocasiones esas enseñanzas vendrán de quien menos lo esperemos, incluso de la persona que nos vende un par de zapatos.
Esa pequeña ventaja, obtenida a partir de lo que hemos aprendido, puede resultar en una mejora significativa de nuestra vida, en nuestro trabajo, o en la forma de dirigir nuestro equipo.
Por ello, hemos de apreciar cualquier cosa que podamos aprender, por irrelevante o insignificante que esta parezca, sin dejarnos llevar por nuestra soberbia intelectual, o por nuestra irrefrenable necesidad de parecer más listos de lo que realmente somos.
Siempre hay algo que aprender.
La autentica realidad de la vida es que siempre hay algo que aprender, aunque tengamos un Premio Nobel, o nos consideremos unos auténticos expertos haciendo algo.
Siempre habrá algo que se escapa a nuestro entendimiento, o descubriremos con asombro como estábamos equivocados haciendo algo tan simple como atarnos los zapatos.
Para dar solución a esto no existe ningún secreto, tan sólo es preciso mantener una actitud positiva orientada hacia el aprendizaje.
Si algo aprendí durante los muchos años pasados en centros de enseñanza, es que al finalizar mi formación, o al aprobar una oposición, debía mantener las ganas de continuar aprendiendo, y que si queremos ser buenos en lo nuestro, nunca se para de estudiar y de aprender.
El mundo está lleno de cosas nuevas que aprender, y hemos de procurar actualizarnos constantemente, de lo contrario viviremos toda nuestra vida sin saber atarnos los zapatos ¿No opinas lo mismo?
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