La mayoría de las personas, en un momento dado, perdemos el foco, nos descentramos, incluso tenemos la impresión de haber perdido la pasión por lo que hacemos, por algo que antes deseábamos hacer todos los días. En cierto modo es normal, y tiene remedio aunque en algunas ocasiones no resulta fácil.
En mi caso, hacía tiempo que me encontraba un poco bajo de ánimos, y justo en ese momento, llegó un compañero para hacer unas prácticas, bajo mi supervisión, y así complementar su formación.
Tenía la sensación de que le transmitía conocimientos, pero que no le hacía vibrar y sentir lo realmente importante, su principal función en un futuro sería la de liderar a personas, a otros compañeros. Muy probablemente esto era debido a mi estado de ánimo
Las causas: cansancio, monotonía y frustración.
Estas no son las únicas causas por las que podemos perder la pasión. Pero eran concretamente las que habían anidado en mi interior, afectando de esta manera a mi forma de percibir todo lo que me rodeaba.
Cansancio.
El cansancio termina por consumir nuestras energías, y a la hora de emprender cualquier actividad no tenemos fuerzas, estamos agotados.
Quizás este es uno de los errores más comunes a la hora de emprender la tarea de liderar. Queremos estar en todas partes, solucionar los problemas de nuestros subordinados, también los de nuestros jefes, sea cuando sea, no sabemos decir nunca que no.
Muchos de los que leáis esto os sentiréis plenamente identificados. Yo mismo he caído en este fallo en multitud de ocasiones, esta era una de ellas. Pero recordad esto, es importantísimo descansar adecuadamente, las horas necesarias.
Descansar no necesariamente significa dormir. Hacer alguna actividad lúdica relajante como ir al cine, sentarnos en el sofá a leer un libro, practicar alguna actividad deportiva, pueden ser buenos ejemplos de ello. En mi caso, ver una película en el cine me ayuda a desconectar, entro en la sala con mi bol de palomitas y mi bebida, busco los asientos, y desde el minuto cero me encuentro en mi santuario particular.
Monotonía.
La monotonía es otro de nuestros enemigos, igual que el cansancio se consume nuestras energías, la monotonía se come nuestra creatividad.
Cuando llevamos mucho tiempo haciendo algo termina por aburrirnos, aunque fuera algo que en principio despertaba nuestra curiosidad, ya que era nuevo para nosotros. En muchos casos, la mayoría intentamos retrasar la tarea tanto como sea posible.
Es bueno tener una rutina, crearnos hábitos, de esta manera somos capaces de llevar a cabo cualquier actividad de forma casi automática, y si somos constantes y persistimos, conseguiremos nuestros objetivos.
Pero el tener rutinas y hábitos no significa que tengamos que caer en la monotonía. Poniendo un ejemplo, imaginemos que cada día salimos a correr, no siempre tomamos la misma ruta, lo normal es que tengamos varias que vamos alternando. Es decir, no siempre tenemos que hacer las cosas de la misma manera. También podemos motivarnos marcándonos nuevas metas y objetivos, o intentando alcanzar los mismos siendo más eficientes.
En cualquier caso, debemos de tener presente que no podemos esperar que las cosas que hacemos nos apasionen, sino que somos nosotros los que tenemos que tener pasión por las cosas que hacernos. Sin mucho esfuerzo es posible, es cuestión de actitud.
Frustración.
A veces, por más que intentamos las cosas, por más empeño que les pongamos, simplemente no salen bien, no entendemos el porqué, y esto nos frustra.
En algunas ocasiones aun así, seguimos embistiendo ese muro de forma repetida, y seguimos fallando una y otra vez. Esto no hace más que aumentar nuestra frustración, nos invade la sensación de fracaso, nos hace sentir mal. Pero persistimos, lo que nos lleva a un nuevo intento.
Esto puede ser debido a que no hayamos sido capaces de encontrar el quid de la cuestión. Que estemos cansados, y no pensemos con claridad. Que queramos ir demasiado deprisa y nos estrellemos a la primera de cambio. En fin, puede ser cualquier cosa.
Pero en la mayoría de casos, lo normal es que nos falte perspectiva. Cuantas veces nos ha ocurrido que intentamos algo, y de una u otra manera siempre acabamos igual, sin éxito una y otra vez. Finalmente decidimos hacer un alto, descansar y dejarlo para el día siguiente. En muchas ocasiones al atacarlo tras un tiempo, el problema se termina resolviendo. Hemos tomado perspectiva, nos hemos alejado del árbol para poder ver el bosque.
El momento de introducir cambios.
Para cualquiera en esa situación, este es el momento de introducir cambios. En el momento en que somos conscientes de que no estamos bien. Hay que hacer un alto, descansar, y buscar la manera de retomar el camino con ganas y energía.
Este momento es trascendental. Cuando nos percatamos que nos encontramos faltos de moral y motivación, y aceptarlo es el primer paso.
Valorando lo que tenemos, que suele ser mucho más de lo que nos pensamos. Focalizando lo que queremos conseguir, y buscando las herramientas para ello. Y como no podía ser de otra manera, introduciendo los cambios que consideremos necesarios para salir de esa situación, normalmente cambios de actitud.
Es fundamental dedicar parte de nuestro tiempo a satisfacer nuestras propias necesidades. Normalmente nos centramos en guardar tiempo para el trabajo, para la familia, para los amigos, etc., y en algunas ocasiones nos relegamos al último lugar.
Descansar es fundamental, no volveré a incidir mucho en ese tema, pero lo cierto es que si no se descansa no se rinde, no se es efectivo, y eso nos frustra, y eso nos pone de mal humor, y eso…
También es muy sano dedicarnos algunos minutos, y por qué no algunas horas a la semana, a nosotros mismos. Hobbies, cine, música, lectura, deporte, lo que nos apetezca. Desconectar un rato de todo y centrarnos en nosotros, en cómo nos encontramos.
Buscar el apoyo de otros también importante, especialmente de las personas que te hacen feliz. No hay nada mejor que disponer, de un equipo de colaboradores eficaz y eficiente, para descansar tranquilo. El apoyo de tu familia, de tu mujer, de tus hijos, también es fundamental. Hablar con ellos tus problemas y tus inquietudes puede ayudarte mucho, pueden ver las cosas desde un prisma del que tú careces.
Vuelve a examinar tus objetivos, ¿son realistas? ¿son creíbles? ¿necesitas más tiempo? ¿necesitas ayuda? ¿están alineados con lo que esperas conseguir, o con tu visión? Una vez hecho esto tendrás mucho más claras las ideas, piensa entonces qué paso es el siguiente que has de dar.
Por último, recuerda lo que tanto te apasionaba. Vuelve a tus orígenes si es necesario. Tómate algún día para hacer lo que tanto te gustaba, y de esta forma volver a recuperar la pasión, y la fe en tu proyecto.
Ten en cuenta, que todo esto sólo es útil, si tú realmente quieres poner de tu parte, o si te encuentras en condiciones de tomar las riendas.
Si no estás bien, si la situación es grave, o si te encuentras muy bajo de ánimos, deberías buscar ayuda de un profesional, consultar con un psicólogo puede serte de gran ayuda.
Mi caso personal.
Siendo sincero, no era la primera vez que caía en estos errores, especialmente el no descansar ni bien, ni lo suficiente. Achacando mi mal humor a causas externas. Aburrido de la rutina del día a día. Frustrado al ver que no se cumplían los objetivos marcados. Siempre diciéndome a mí mismo que era una mala racha en el trabajo. Y todo ello, teniendo en cuenta que acababa de regresar de unas mini vacaciones de 5 días.
Decidí que aquello no era justo para este compañero. Tampoco era justo conmigo mismo, había caído en errores básicos, y sabía que podía salir de ellos. No podía seguir así.
La solución en mi caso se me presentó, intentando transmitir a este alumno en prácticas, cómo mi equipo se había enfrentado a alguna situación comprometida, cómo habíamos salido airosos de ella. Al hablar con él de la importancia de su tarea liderando personas, y gestionando medios. Saliendo de la oficina para que trabajase codo con codo con ellos, para que conociese sus fortalezas y sus debilidades, para que supiera qué les molestaba y qué les agradaba, sus inquietudes. Para que aprendiera a recibir «feedback» a fin de cuentas, y para dárselo a ellos.
Haciendo todo esto, me encontré a mi mismo recordando porque me apasiona tanto mi trabajo, con energías renovadas y altamente motivado. Me di cuenta de que al tratar de transmitir pasión a otra persona, el más apasionado había terminado siendo yo mismo.
En todo caso, si ya has salido de esa situación, ¿cómo has superado los momentos de desidia, y recuperado la motivación?
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