Si realmente quieres ser capaz de superar los retos que te has marcado para este año, o en tu vida, debes alinear tus acciones con los objetivos que esperas alcanzar. Debes caminar en la dirección y el sentido adecuados.
Sin embargo, en ocasiones, tendemos a caminar en otra dirección, o en otro sentido, auto convenciéndonos que tenemos suficiente tiempo hasta que ya es demasiado tarde, y sólo nos queda la posibilidad de obtener resultados mediocres, o la opción de lamentarnos por haber fallado.
Deja de vaguear, toma las riendas.
Es probable que te descubras a ti mismo haciendo decenas de cosas que hasta hace relativamente poco no te preocupaban, o que tenias pendientes pero relegadas en el olvido sin mayores consecuencias.
Todo ello mientras tu conciencia te pincha recordándote que deberías estar haciendo otras cosas mucho más importantes, o como poco, cosas con las que considerabas que estabas comprometido.
Cosas que tan sólo requieren realizar un pequeño esfuerzo inicial para implantar un hábito, y a partir de ahí un poco de voluntad para mantenerlo y continuar por el buen camino.
Orden más compromiso, igual a tiempo.
Si ya te has puesto manos a la obra, organizando un poco lo que tienes intención de hacer cada día, ya habrás descubierto que si sigues esa programación, que tú mismo te has establecido, dispondrías de bastante más tiempo para ti mismo, y tu familia.
Tan sólo es necesario que seas capaz de mantenerte firme, de forma que seas tú quien condicione lo que haces con el tiempo del que dispones, y no al revés.
Es mucho más fácil de lo que parece. Hazte caso a ti mismo, cumple con tus compromisos sin remolonear. Eso sí con orden y disciplina, y de repente descubrirás que dispones de «más tiempo que antes».
La importancia de crear un hábito.
En realidad, lo único que estás haciendo con esto es alinear tus acciones con lo que esperas conseguir.
Por ejemplo, si esperas mejorar tu forma física y perder algo de peso tienes varias opciones. Entre ellas, dedicar gran parte de tu tiempo a ver la televisión, o a disfrutar zampándote una bandeja de dulces, mientras tu conciencia te golpea haciéndote ver que no vas por el buen camino.
Otra opción sería hacer algo de deporte cada día. Al principio no es necesario que sea mucho, quizás con restar media hora al tiempo que dedicas a ver la televisión sea suficiente, lo importante es que fijes ese hábito en tu vida.
Inmediatamente tu conciencia te premiará, proporcionándote el enorme bienestar, y gran satisfacción, que produce el saber que has hecho lo correcto, que vas por el buen camino.
Es más, ese premio se hará mayor conforme pasen los días y las semanas, y los resultados obtenidos sean cada vez más evidentes.
No es demasiado tarde para rectificar.
Existen decenas, cientos, miles de ejemplos de esto mismo, y todos somos o hemos sido víctimas de nosotros mismos en algún momento, y como no podía ser de otra manera yo soy el primero en entonar el mea culpa.
- En mi caso tenía y tengo más que claros cuales son mis objetivos para este año 2014, y había organizado perfectamente mis días.
- Los siguientes seis meses se desarrollarán en función de las acciones que lleve a cabo este mes, por lo que evidentemente que enero es vital para mis planes.
- Era más que evidente que si era capaz de seguir mi propio plan, poniéndome las pilas por las mañanas, dispondría de tiempo más que suficiente para conseguir todo lo que me había propuesto.
- Era también más que evidente que, haciendo lo que debía hacer, dispondría de todas las tardes para disfrutar con mi mujer y mi hijo, o como tiempo libre.
Sin embargo, a lo largo de estos primeros diez días del año me he perdido en el engañoso mundo de la indisciplina y la autocomplacencia, de forma que la mayoría de mis esfuerzos se han perdido en acciones que nada tenían que ver con mis aspiraciones.
Ante esto se abren dos posibles caminos a seguir:
- Puedo optar por no ver la realidad y continuar malgastando mi tiempo, o lamentarme durante diez o veinte días por lo mal que lo he hecho.
- puedo darme cuenta que enero aun no ha acabado, que no está todo perdido. Puedo levantarme, retomar el control de mis acciones, y volver a poner rumbo en la dirección y el sentido correctos.
El primer camino no lleva a ninguna parte, así que después del tropezón prefiero levantarme y tomar el segundo.
Así, cuando empieces a sucumbir recuerda que, en la mayoría de las ocasiones, la persona que más puede obstaculizarte en tu camino hacia el éxito eres tú mismo.
Quieres tener acceso al centro de recursos gratuitos?
Suscríbete, accede y descarga contenidos exclusivos para suscriptores.
Tu privacidad me importa. Nunca compartiré tus datos con nadie - 100% Libre de Spam
Deja un comentario