La escucha activa es un recurso de gran importancia que debe ser inteligentemente utilizado por el líder, ya que cometer los mismos errores de comunicación una y otra vez, puede costarte que tu posición de liderazgo se vea gravemente afectada.
A continuación te muestro 9 errores que pueden cometer quienes ostentan una posición jerárquica de poder y liderazgo, a la hora de disponerse a escuchar a sus subordinados.
Oír no es lo mismo que escuchar.
Escuchar activamente a otras personas implica ponernos en disposición de entender lo que nos están tratando de transmitir, sus inquietudes y sus problemas. Es decir, escuchar es captar todo lo que la otra persona trata de transmitir en todos los planos posibles.
La escucha activa implica, por decirlo de alguna manera, mirar a la otra persona a los ojos para hacerle saber que cuenta con toda nuestra atención, haciéndole ver que lo que nos dice es importante para nosotros.
Escuchar es mucho más que oír. Es oír con los sentidos enfocados a lo que la otra persona nos dice, para ser capaces de entender.
1.- Perdernos en divagaciones mentales.
Las personas somos capaces de pensar mucho más rápido de lo que somos realmente capaces de escuchar y también más rápido de lo que somos capaces de hablar. Por ello, si no focalizas tu atención al discurso de quien tienes delante, corres el peligro de distraerte.
Trata de recordar y te darás cuenta que, en la mayoría de las ocasiones, dejaste de prestar suficiente atención, e incluso desconectaste, debido a tus propios pensamientos.
2.- No evitar distracciones ambientales.
Quizás este sea uno de los errores al que le damos menor importancia, o que de una u otra manera justificamos. Una llamada de teléfono, una notificación en nuestro dispositivo móvil, etc., son barreras en la comunicación que impiden realizar una escucha activa.
Si además caes en el error de dar prioridad a la distracción sobre la actividad de escuchar lo que te tienen que decir, podría verse como una falta de respeto hacia tu interlocutor.
3.- Centrarnos en lo menos importante.
A veces estamos escuchando a alguien, y terminamos dando mayor importancia y centrando nuestra atención en pequeños detalles de la conversación que nada tienen que ver con lo que realmente están tratando de transmitirnos.
Seguro que no sería la primera vez que te has perdido en lo trivial de una conversación, y no has logrado entender por qué a tu interlocutor le importa lo que le importa.
Prejuicios ¿realmente estás escuchando?
No sería la primera vez que alguien dice estar escuchando pero en realidad, antes de comenzar la conversación ya se había formado una idea de lo que estaba ocurriendo o de lo que iba a ocurrir.
Sin embargo, deberías preguntarte el impacto que tienen tus propios prejuicios en la conversación. Probablemente te darás cuenta es más importante de lo que imaginabas.
Si tus prejuicios determinan el nivel de escucha activa que estás dispuesto a alcanzar, estás transmitiendo que sólo tu forma de pensar es la correcta, y jamás podrás entender realmente a la otra parte.
4.- Tratar de adelantarnos a lo que nos dicen.
Puedes caer en el error de pensar que puedes ir por delante de lo que te están diciendo, ya que puedes pensar más rápido de lo que escuchas, o te crees capaz de hacer ambas cosas a la vez.
Eso no es escucha activa. Lo que estabas haciendo era escuchar con la mente dirigida al final de la conversación, y aunque no te dieras cuenta, es probable que sólo estuvieras prestando atención a lo que te interesaba para reforzar la respuesta que estabas elaborando.
5.- Dirigir la conversación a nuestro terreno.
Encorsetar la entrevista con un esquema ya fijado de antemano, o guiar la conversación, de forma que consigas dirigir a la otra persona hacia tu punto de vista, puede ser efectivo en determinadas ocasiones, pero no es escuchar.
Haciendo esto no estarías creando el espacio adecuado para que la otra parte se expresase libremente, en ese espacio sólo se hablaría de lo que tú fueras buscando.
6.- Ser víctima de tus propios prejuicios.
Todos tenemos prejuicios sobre el mundo que nos rodea, lo que también incluye a las personas que están en él. Esto puede afectar mucho a la disposición que adoptes a la hora de escuchar la opinión y las ideas de otra persona, dependiendo de los prejuicios que tengas sobre ella.
Aparta esos prejuicios que nublan tu visión de las cosas cuando te sientes a escuchar a alguien, si no corres el riesgo de caer en el error de escuchar lo que estas predispuesto a escuchar.
Pasar de la escucha, al monólogo.
Si el objetivo es escuchar lo que otras personas tienen que decirte, ya sean sus opiniones o sus experiencias en un determinado campo, no puedes caer en el error de enamorarte del sonido de tu propia voz.
Si el objetivo del encuentro es escuchar lo que tienen que decir esa persona o personas, lo ideal es que dediques el menos el 70 u 80 % del tiempo a escuchar.
Se trata de tú practiques la escucha activa, para aprovechar todo lo que esas personas pueden ofrecerte, no de hacerte con una audiencia que se deleite con tu voz.
7.- Tratar de «ganar» la conversación.
En ocasiones lo que comienza siendo una entrevista con tu equipo, para escuchar sus inquietudes, termina convirtiéndose en una lucha verbal, en la cual tu objetivo pasa a ser ganar la discusión, tratando de hacer prevalecer tus ideas sobre las suyas.
Haciendo esto sólo vas a conseguir perder la gran cantidad de información y experiencia que tu equipo puede ofrecer, y dará la sensación que no te importa lo que pretenden decirte.
8.- Interrumpir.
No puede ser que interrumpamos constantemente a quien se sienta frente a nosotros para exponernos su opinión sobre algo, o para lo que sea. Da igual el motivo por el que creas que interrumpir lo que dice la otra persona está justificado.
Una vez más, si haces esto estás transmitiendo a tus colaboradores que no te importa lo que te están diciendo, y que sólo te interesa escucharte a ti mismo.
9.- No dejar hablar.
Si lo que estás tratando de hacer es practicar la escucha activa carece de toda lógica avasallar verbalmente a quienes forman parte de tu equipo, o a una persona con la que hayas concertado un encuentro, impidiéndole de esta manera expresar su postura.
Si en realidad no quieres escuchar lo que los demás tienen que decirte no preguntes, ejercerás tu liderazgo como un dictador pero al menos lo harás con coherencia.
Por qué la escucha activa.
Practicar la escucha activa, cuando te sientes a hablar con los miembros de tu equipo, te ayudará a entender mejor lo que les preocupa realmente, y así dar una mejor solución a los problemas que se les vayan presentando.
Te proporcionará información de gran interés para tu liderazgo, como por ejemplo las experiencias que cada uno de tus seguidores pueden aportar al conjunto, o los conocimientos disponibles para el colectivo.
También actúa como un refuerzo positivo para tu personal, que siente que sus ideas y sus propuestas son escuchadas y tienen cabida, y que el líder está abierto a la crítica constructiva. Es fundamental para estrechar la relación con quienes forman tu equipo, y para ganarte su confianza.
Es una otra manera de motivar a tu equipo, es otra forma de hacerles ver que lo que tienen que decir te importa. Que ellos son importantes para ti.
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