Todo aquel que aspire a convertirse en un buen líder debe tener presente que ha de conseguir la confianza de quienes le siguen, y que la mejor manera de liderar es hacerlo desde un espíritu de servicio, reconociendo el valor de la humildad para desarrollar su liderazgo.
La humildad es un valor que en algunas ocasiones puede parecer que se entra en conflicto con la figura de un líder despierto y resuelto, capaz de enfrentarse a cualquier problema que se le presente a su equipo.
Sin embargo, ser una persona humilde te puede proporcionar numerosos beneficios a la hora de desarrollar tu liderazgo.
Ser humilde te hará comprensivo.
Tú también cometes errores.
Ninguno de nosotros somos infalibles. Todos en un momento dado podemos caer en la cuenta de que hemos metido la pata hasta el fondo.
La humildad te proporciona el valor necesario para reconocer que has fallado, que nadie más que tú ha sido el responsable de ese fracaso.
Los demás pueden cometer errores.
No estás solo en este mundo, por eso debes entender que el resto de personas están expuestas a la posibilidad de fallar, especialmente si carecen de la formación adecuada, o si se están enfrentando a situaciones nuevas.
La humildad te va a ayudar a darte cuenta que cualquiera de las personas que te rodea se puede equivocar. Igual que tú.
Existen otros puntos de vista.
Quizás en ocasiones no seas capaz de darte cuenta que no todo el mundo tiene porque hacer las cosas igual que tú, y aunque te parezca increíble puede funcionar igual o mejor que tu sistema. No pasa nada, nos ocurre a todos.
La humildad hará que estés preparado para situarte en una mejor posición, para ver las cosas desde la perspectiva de otras personas.
Te hará más fácil enfrentarte al conflicto.
Una situación de conflicto puede acabar convertirse en un problema mayor si no se sabe gestionar correctamente.
Ser humilde te va a ayudar a ponerte en la piel del otro, al comprender que todas las personas cometen errores que pueden llegar a plantear conflictos. Conflictos que deben ser solucionados, de forma que ninguna de las partes tengan la sensación de haber perdido una batalla.
Ser humilde te proporcionará sabiduría.
Siempre habrá algo que no sepas.
Una cosa has de tener segura, aunque te consideres el mayor experto mundial en tu campo, ten en cuenta que siempre habrá algo que se te escape.
Si eres humilde serás capaz de mantener una actitud abierta y orientada hacia el aprendizaje, incluso en aquellas cosas que considerabas que dominabas.
Por si no lo sabías, tienes limitaciones.
Cada uno de nosotros tenemos nuestras ventajas y desventajas como personas y como líderes y defectos, existen cosas que se nos dan bien, así como también hay cosas que se nos dan mal. Como no podía ser menos, tú también.
Tratar de ser humilde no implica desmerecer tus puntos fuertes, al contrario, reconocer tus propias debilidades hará que te apoyes en ellos, y en los puntos fuertes de quienes te rodean.
La sabiduría colectiva también importa.
No te olvides de un elemento clave en cualquier organización o equipo, las personas que la forman. Es importante que se les dé la oportunidad de aportar sus conocimientos y sus experiencias al grupo.
Si ejerces tu liderazgo desde la humildad, serás capaz de aprovechar estos conocimientos sin verte sujeto a los prejuicios de tus propias limitaciones.
Te hará más fácil resistir las dificultades.
Los momentos de dificultad pueden presentarse por múltiples razones, y de cada uno de estos momentos se puede salir de distintas maneras, y es también en estos momentos en los que un buen líder brilla con intensidad, incluso aunque al final no se consiga salvar dicha situación.
Sólo desde la autentica humildad serás capaz de aprovechar todas las experiencias y enseñanzas, tuyas o de otras personas, y las pondrás en juego para superar esas dificultades.
La humildad te ayuda a crear equipo.
Ya no serás «yo», seréis «nosotros».
Escuchando a tu personal, sin prevalecerte de la posición de poder y liderazgo que crees ostentar, serás capaz de crear lazos de lealtad entre los distintos miembros de un equipo, y entre los distintos escalones jerárquicos de una organización.
Si realmente haces esto de forma sincera y humilde, poco a poco conseguirás que vaya desapareciendo el sentimiento de ruptura entre la base de la organización y quienes los lideran.
Compartiendo el éxito generas valor.
Si quieres ser un buen líder no puedes quedarte con todo el éxito y gloria, sino has de saber dar un paso hacia atrás en el momento en que se reparten los parabienes, de forma que sean disfrutados por todas las personas que forman tu equipo.
Un buen líder es humilde, y es capaz de darse cuenta que no ha andado solo en el camino hacia el éxito.
Te hará más fácil obtener el éxito.
Aunque no te preocupe mucho este asunto, tampoco has de engañarte. Supongo que a ti, al igual que a todos, te gusta recibir reconocimiento de otras personas por los éxitos alcanzados.
Es cierto que las personas humildes no necesitan ir pregonando a los cuatro vientos sus éxitos, ni sus virtudes. Pero ese espíritu de servicio, con el que proporcionas valor a otras personas, es el que les va a proporcionar un éxito duradero.
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