Hace ya cierto tiempo te propuse una serie de pasos para hacer un discurso épico, con tanto éxito como fuera posible y un método relativamente sencillo.
Varios meses, y algún discurso que otro después, me ha parecido interesante volver a tratar este tema de nuevo.
Lo primero para mostrarte mi convencimiento total de la validez de lo dicho entonces, y después para resolver un problema que seguro que se os habrá presentado a alguno.
1º Te invade el miedo.
Es lógico que, si el anterior discurso que diste a tus subordinados fue todo un éxito, estés un poco nervioso pensando que quizás este año los decepciones. Es algo parecido a la sensación que tienes poco antes de pulsar el botón de publicar en tu Blog por primera vez.
No pasa nada, es normal. De hecho esos nervios que sientes son la señal de que eres una persona comprometida con lo que haces, con tu discurso. Indica que estás intentando que brote alguna lagrimita de emoción por tus palabras, aunque sea tan solo durante un breve instante.
Después de bastantes años sigo poniéndome algo nervioso al tener que escribir un nuevo discurso, y por supuesto, los nervios me invaden justo antes de pronunciar el discurso. No me importa, sé que me pongo nervioso porque realmente me importa lo que digo, y a quien se lo digo.
Una vez comienzo el discurso trato de tranquilizarme, pero te voy a decir una cosa, nunca lo he conseguido totalmente, los nervios siguen ahí. En alguna ocasión incluso me han traicionado, y me ha temblado la voz emocionado y nervioso, esperando que mis palabras tengan un impacto positivo en mi personal.
2º Si funciona, se fiel a tu método.
Si tu último discurso levanto pasiones, y muchos de los asistentes al evento te celebraron en público y en privado por tus palabras ¿qué narices haces leyendo esto? Explota aquello que ya sabes hacer, tan sólo has de replicar lo que hiciste.
Durante los tres últimos años he tenido que dar varios discursos ante varios cientos de personas, y te voy a confesar que he ido manteniendo la misma estructura en cada discurso ¿Si era buena, por qué la voy a cambiar?
Bienvenida protocolaria.
De forma muy breve, casi de pasada, doy la bienvenida a las distintas personalidades que acuden al acto, así como al resto de asistentes.
Rescata algo emotivo.
Posteriormente procuro hacer una ligera reseña a lo más emotivo del anterior discurso, de esta manera intento que revivan las sensaciones que los emocionaron entonces.
Hago referencia a quienes colaboran con nosotros.
A continuación dirijo unas palabras de agradecimiento, a otras organizaciones e instituciones, así como a todas las personas que residen en el entorno que nos rodea, y que de una u otra manera nos prestan su ayuda, en muchos casos desinteresada.
Nuestras familias son importantes.
Por supuesto, no pueden faltar unas palabras dirigidas a las familias, trato de empatizar con ellos, intento entender que les preocupa e inquieta, y como no podía ser de otra manera, les muestro mi reconocimiento y gratitud por lo que nos aportan.
El auténtico núcleo es mi gente.
Por último siempre dirijo mis palabras a las personas que trabajan conmigo, esforzándome por transmitirles una idea fuerza que los emocione y los motive, ya que considero que . Esta parte, junto con la anterior, son mis favoritas, y son a las que dedico más tiempo y esfuerzo, y las que me producen mayor estrés y ansiedad.
3º Reescribe cada discurso.
El que tengas claro cómo vas a estructurar tu discurso, utilizando los recursos de los que ya dispones, o bien siguiendo los pasos de los ya hablamos en su día, no es copiar y pegar, eso tenlo claro.
Ahora bien, seguro que en aquel discurso de éxito hubo muchas cosas que hiciste bien, y seguro que puedes exportarlas a este con los cambios necesarios.
Evidentemente, si repites el discurso una y otra vez, terminaras por aburrir a tu audiencia. Además tendrán en mente una idea, y es que ni tú mismo te crees lo que dices, y puede que tengan parte de razón.
Si te limitas a repetir el discurso sin importarte lo más mínimo lo que piensen, es probable que no tengas mucho interés en transmitir emociones auténticas a tu personal.
Por eso es importante que, utilizando como guía lo que ya sabes que has hecho bien, reescribas desde el principio hasta el final todo el discurso. Piensa un poco, seguro que encuentras esa idea fuerza nueva que necesitas para este discurso, o ese nuevo hecho que haya impactado a tu personal y sus familias.
4º Trata de emocionarte tú mismo.
Seguro que alguna vez has leído o escuchado algo, y has notado como se te erizaban los pelos del cogote.
Pues haz lo mismo para mejorar tu discurso. Lee el discurso como si lo hubiera escrito otra persona, de forma pausada pero con energía, dándole la entonación adecuada.
También puedes leérselo a algún amigo o familiar, pero pídele que sea sincero contigo. De nada sirven las falsas adulaciones, o las falsas modestias. Si se ha emocionado, se ha emocionado, y si no, pues nada habrá que mejorar el discurso un poco.
Desde la experiencia que me han proporcionado los años en que he tenido que dar discursos ante bastantes personas, quizás lo más importante es que lo que escribas esté en total sintonía con lo que sientes, y con lo que piensas.
Deben ser cosas que de verdad quieras transmitir a tus subordinados, porque realmente te importan, no sólo porque queda bonito. Te aseguro que si el discurso es bueno, emotivo, y hablas con pasión, desde el corazón, te vas a emocionar al leerlo sí o sí.
5º Llegó la hora de dar el discurso.
Llegado este momento, si de verdad has elaborado el discurso poniendo todo tu corazón en el mismo, sólo puedes esperar las reacciones de las personas que lo van a tener que escuchar. En cualquier caso, no te has conformado con hacerlo lo mejor que podías, has intentado aportar valor al discurso, siéntete satisfecho contigo mismo.
Recuerda que la presencia sí importa. Adopta una posición de seguridad y firmeza ante tu público, yergue los hombros. Mide también tus movimientos, sin sobresaltos, quizás dando un toque de teatralidad y dramatismo al asunto.
Lee el discurso de forma pausada pero con energía, con una entonación adecuada. Da énfasis al discurso allá donde sea necesario, por tanta pasión al pronunciar cada palabra como la que pusiste al escribirla.
Se supone que has buscado algo con una fuerte carga emocional, te lo has vendido a ti mismo, lo has practicado ante alguien de confianza, has vuelto a practicar una y otra vez.
Pasea la mirada por la audiencia, y mantenla fija en aquellos a quienes te diriges. Mi experiencia me dice que esto es especialmente importante cuando llega el momento de hablar a los tuyos, que sientan que de verdad los entiendes. Toca su corazón con tus palabras y con tu mirada.
Como dije la última vez…
En caso de que este discurso no tenga tanto éxito como el anterior y no ha hecho vibrar a las masas, no te desanimes.
Pase lo que pase, has intentado transmitir tu pasión y tus emociones a las personas que acudían al evento, te has esforzado para que el discurso les tocara la fibra sensible, y lo has hecho lo mejor que podías. Debes sentirte orgulloso de ti mismo.
Y en el caso de que hayas vuelto a triunfar ya te habrás dado cuenta que sigues con ese punto de ansiedad y nervios que produce el creer que quizás en esta ocasión no te puedas superar a ti mismo.
Al menos a mí me pasa. Por más veces que me ponga delante de cientos de personas, por más veces que tras el discurso decenas de ellos venga a felicitarme en público, o en privado, por mis palabras.
Sigo sintiendo la presión que ejerce sobre mí la responsabilidad de dirigirme a las personas a las que he de dirigir y liderar. Siento presión, porque sé que importa.
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