No todos hemos de vivir un aterrizaje forzoso, experiencias cercanas a la muerte, o grandes desastres que nos abran los ojos, y nos hagan conscientes de algunas cosas que todos tendríamos que tener claras desde el momento en que nacemos. Cosas que debes aprender, aunque tu avión no se estrelle.
Ric Elías nos muestra en una charla de apenas 5 minutos, que pensamientos le pasaron por su cabeza mientras su avión caía, y las tres cosas que aprendió mientras se estrellaba su avión.
Todo cambia en un instante.
Hoy puedes ser una persona de éxito, un líder capaz de movilizar las masas o lo que tú quieras, pero nadie puede asegurar al 100 % dónde vas a estar, o que es lo que va a ocurrir mañana, ni pasado, ni dentro de un año.
Todo va viento en popa, y de repente, en una fracción de segundo todo cambia. El caso de Ric Elías es un claro ejemplo de ello.
Llegado ese momento trágico una pregunta se asomara a tu mente, y es que ¿has hecho todo lo que querías hacer antes de morir?
Puede que en tu caso tengas estanterías llenas de botellas de vino carísimas, que jamás has compartido con las personas a las que realmente aprecias, esperando que llegue el momento adecuado.
También es posible que estés esperando el momento adecuado para hacer grandes, o pequeñas cosas, o para ayudar a otras personas a mejorar sus vidas.
Pues el momento adecuado es ahora, quizás mañana sea demasiado tarde, no lo sabes.
El valor de las cosas.
Algunos grandes problemas a los que nos enfrentamos o los pequeños problemas del día a día, las diferencias de opinión y debates sobre temas intrascendentes, y un sinfín de cosas más, tienen menos importancia de la que les damos.
Sin embargo, hay cosas mucho más valiosas que nos pasan desapercibidas, y lo peor de todo es que la mayoría de las personas sólo nos damos cuenta de lo que realmente importa cuando estamos a punto de perderlo.
Algunas cosas no son tan importantes.
A veces perdemos el tiempo discutiendo sobre cosas que realmente no nos importan, con personas que sí nos importan.
Es nuestro ego, el tuyo, el mío. Está ahí, más o menos oculto, esperando su oportunidad para saltar a la primera de cambio.
En ocasiones discutimos sobre asuntos que hasta hacia dos minutos ni nos habíamos planteado, y esas discusiones generan situaciones de tensión y estrés que no benefician a nadie, pero realmente queremos llevar razón y que nuestra opinión o planteamiento prevalezca sobre las de los demás, aunque no tengamos ni idea de lo que hablamos.
Evidentemente, poner en su lugar nuestro ego no va a hacer que nuestra vida sea perfecta, pero sí que va a definir la forma en que nos enfrentamos a los problemas. Puede que no tengas dominio sobre ciertas cosas, pero sí puedes decidir la actitud con la que afrontarlas.
Algunas cosas sí son importantes.
Piensa en las veces que has discutido con tu mujer, con tus hijos, con tus padres o hermanos, con un amigo, o con algún compañero en el trabajo.
Durante ese tiempo, ¿le estabas dando solución al problema que generó la discusión?
Si eres totalmente sincero, en el 99’99 % de los casos ya te digo que la respuesta va a ser un NO rotundo. Ese 99’99 % de las veces tan sólo discutías, o discutimos, por hacer prevalecer nuestro ego sobre el de la otra persona.
¿Sabes lo que de verdad importa? Estoy seguro que sí. Lo que importa son las personas, esas con las que discutimos, a las que en ocasiones hacemos daño en el afán de «ganar» la discusión.
Claro que se puede discrepar con otras personas, pero desterrando ese ego agresivo que siempre quiere llevar razón, y abriéndonos a la posibilidad de escuchar y aprender de la discusión.
Trata de ser feliz, o esas minucias que te preocupan merecen que dejes de ser feliz?
Ser el mejor padre posible.
Por suerte, o por desgracia, he tenido que atravesar ciertos momentos críticos en los que me he llegado a plantear si no habría llegado mi momento. Una vez pasado cierto tiempo, si me paro a reflexionar sobre ello, y si supiera lo que iba a ocurrir, puedo asegurar que no hubiera evitado ninguno de esos momentos. Me hicieron más fuerte, y me hicieron darme cuenta de ciertas cosas.
Siendo sinceros, he de reconocer que también pasan por la cabeza otros muchos pensamientos absurdos y sin mucho sentido para ese momento. Cosas que después contamos a modo de chascarrillo, para quitar hierro a la situación.
Aparte de esos pensamientos anecdóticos, tenemos otros que nos abren los ojos, pensamientos mucho más serios y profundos, de los que no se suele hablar. Al menos esa ha sido mi experiencia, aunque ahora voy a hablar un poco de ello.
Espectadores en primera fila.
Primero, cuando se acerca ese momento crítico, lo vivimos como si fuéramos un espectador sentado en primera fila, no da miedo, solo observamos con tranquilidad lo que está ocurriendo. Buscamos una solución y esas cosas, pero nos vemos a nosotros mismos como observadores del momento.
Sinceramente, a mi esto es lo que más me ha impactado en todas las ocasiones en las que me he planteado que quizás pudiera ser el fin, casi da vergüenza decir que no dio miedo.
No nos hemos despedido.
Segundo, cuanto más cerca está ese momento sólo se piensa en una cosa, en las personas de las que no nos hemos despedido, y a las que nos gustaría ver una vez más. Evidentemente, quedarnos con el hecho de querer ser el mejor padre posible es algo muy personal de Ric, coincido plenamente con él, aunque ampliaría esto a todo el núcleo familiar.
No obstante, quizás sería bueno que la hiciéramos extensiva a muchas más personas, básicamente se resumiría en tratar de ser la mejor persona posible.
En cualquier caso, nadie debería esperar a que se estrelle su avión para darse cuenta de lo que realmente importa en la vida.
Quieres tener acceso al centro de recursos gratuitos?
Suscríbete, accede y descarga contenidos exclusivos para suscriptores.
Tu privacidad me importa. Nunca compartiré tus datos con nadie - 100% Libre de Spam
Miki says
Hola!
Reconozco es la unica ocasion que he llegado ell blog y quiero decir que me esta gustando y
posiblemente me veras mas a menudo por aqui.
😉
jaslopez says
Miki. Me alegra que te haya gustado el Blog, y muchas gracias por comentar.