Estoy seguro que en más de ocasión te habrás sentido frustrado y decepcionado, por cosas que consideras muy importantes en tu vida.
En esta ocasión os traigo un vídeo de Tania Luna, una inmigrante ucraniana, neoyorkina desde los 6 años, quien se define a sí misma como sospresóloga, o lo que es lo mismo, alguien que cree en el poder de la sorpresa para mejorar la vida de los demás.
La charla de Tania está llena de palabras que nos harán pensar, palabras de reflexión, basadas en una serie de historias sobre su vida.
Sobrecarga y saturación.
Puede que seas de esas personas que desde siempre has sabido lo que quería. Eres de los que aspira a mejorar todo lo posible, en todos los planos de tu vida. Para ello sueles pensar cómo lograrlo, y buscas formas de alcanzar esos objetivos, sin prisa pero sin pausa, especialmente sin pausa.
Sabes lo que quieres, quieres el pack completo, lo quieres todo, y evidentemente estás dispuesto a conseguirlo.
Esto no tiene nada malo hasta llegado un punto. El punto en que no seas capaz de dar abasto con todos los proyectos que pretendes llevar adelante, y comiences a sentir como el estrés y la ansiedad se van apoderando de ti.
De repente, nada de lo que has conseguido te parece suficiente, tienes la sensación de no haber avanzado nada, e incluso de haber retrocedido algunas posiciones en objetivos que ya creías haber conquistado.
Fracaso y desmotivación.
Llegado este momento, es muy probable que la frustración comience a prevalecer por encima de la razón.
Lo que comenzó siendo un poco de estrés y ansiedad, ha terminado convirtiéndose en un estado que se resume en lo siguiente:
Estás cansado, muy cansado, y estás harto de todo.
Te sentirás muy tenso por todo lo que te rodea, pequeños estímulos harán que te sobresaltes, y te convertirás en una persona muy susceptible e insegura.
Básicamente, los cimientos sobre los que estabas construyendo tu proyecto de vida exitosa han cedido. Estaban aun muy frescos y no han aguantado esa sobrecarga crónica. Sin pausa, te acuerdas?
También puede que tus cimientos hayan aguantado, con más o menos dignidad, el sobrepeso al que los has sometido. Aun así, yo de ti haría un alto en el camino, no caigas en el error de creer que esa sobrecarga no te ha afectado, te lo digo por experiencia propia.
Tómate un descanso.
Parece muy fácil, pero quien haya pasado por esa situación de sobrecarga sabe que esto no es así.
Lo normal es que te resistas a parar. Tienes muchas cosas que hacer, y estas no se van a hacer solas, y por supuesto continuas con el mismo ritmo que te habías autoimpuesto, por lo menos hasta que recuperes el terreno que tienes la sensación de haber perdido.
En el caso de que estuvieses soportando ese estrés de forma constante, sin signos aparente de agotamiento, te puedo asegurar que cuando tengas que parar, aunque sea porque te hayan dado la oportunidad de disfrutar de un año sabático, sentirás el bajón.
Así que, ahora en serio, tómate un descanso, y si la situación es grave, o si te encuentras muy bajo de ánimos, quizás deberías buscar ayuda de un profesional.
Puede que esto parezca un poco drástico y dramático. Es cierto que la gran mayoría de las personas no están al borde de la depresión, pero también es cierto que muchas sufren de estrés, especialmente quienes tienen responsabilidades de dirección y liderazgo sobre otros.
Mira a tu alrededor.
A veces es necesario hacer un alto en el camino para tomar fuerzas, y así poder continuar tu viaje. Un viaje que en realidad va a ocupar toda tu vida.
Mira a tu alrededor, párate a pensar por unos instantes sobre la sencillez de las cosas que siempre te habían hecho disfrutar, y disfruta de ellas.
Puede que sea un paseo por la playa, puede que sea echarte una siesta mientras una suave brisa entra por la ventana, hablar con tu familia y los amigos, o ver una película en el cine con tu bol de palomitas. También puede que sea bueno que recuperes el hábito de hablar con las personas que te aprecian, y dejes que te ayuden un poco.
Piensa en cuando eras más joven, te preocupabas bastante menos, e intentabas disfrutar de todo lo que hacías. Recuerda como pequeños e insignificantes detalles te hicieron sentir como la persona más afortunada que había sobre la Tierra.
Intenta recordar como comenzó tu viaje, y verás como en realidad sí que has avanzado, o como poco dispones de muchísima más experiencia en la vida. Por todo ello debes sentirte agradecido, debes darte las gracias a ti mismo.
Así, cuando te sientas desmotivado, echa la vista bastante atrás para ver lo que has conseguido, recuerda esas cosas pequeñas y simples que te emocionaban, y siéntete agradecido por lo vivido. Que no es poco.
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