Como líder tienes claro que antes o después vas a tener que delegar en otra persona, y vas a tener que confiar en su criterio y en su capacidad.
Delegar te va a ofrecer una serie de ventajas incuestionables a la hora de emprender, y gestionar proyectos y situaciones. Ventajas y beneficios a los que no deberías renunciar gratuitamente.
Desde aquí te lanzo algunas recomendaciones que puedes seguir para delegar de forma adecuada.
Elige a la persona idónea.
Evidentemente por aquí empieza todo, elegir a la persona adecuada sobre la cual va a recaer la responsabilidad de dirigir un proyecto, o llevar a cabo una tarea específica. Lo más normal es que, cuando decidas delegar, ya tengas a alguien en mente.
Quizás sea alguien con un gran bagaje profesional y amplia experiencia, consolidada con el paso de los años
También puede que se trate de alguien a quien quieres dar la oportunidad de brillar, ya que consideras que puede ser un gran líder y puede aportar algo fresco, y con valor para el equipo.
Una combinación de ambos también puede ser una opción perfectamente válida.
Proporciona información necesaria.
Como no podía ser de otra manera, una vez que has decidido la persona, o personas en la que vas a delegar, lo correcto es proporcionar cuanta información vayan a necesitar para llevar a cabo la tarea, o el proyecto delegado.
No te guardes nada para ti. Si lo haces, lo único que estas demostrando es falta de confianza en esa persona, y por tanto tu incapacidad para escoger a la persona idónea. El que habrás fallado eres tú.
Aporta feedback, tu visión del proyecto.
Es bueno que al principio mantengas encuentros con la persona en quien hayas delegado, por distintos motivos.
Principalmente, para transmitir tu propia visión sobre el desarrollo del proyecto, dándole suficientes elementos de juicio de por qué se hacen las cosas, así como los resultados esperados y las expectativas de la organización.
De alguna forma le estamos trasladando nuestra propia visión del proyecto, así como nuestra motivación y nuestra ilusión, tan necesaria para llevarlo a cabo como la información.
Que sienta el peso de la responsabilidad.
Ya he comentado en alguna ocasión que se delega la tarea, no la responsabilidad. Ahora bien, quizás debería matizar un poco mis propias palabras.
Claro que por poner a alguien al frente de un equipo, o de un proyecto, no puedes desentenderte totalmente. A fin de cuentas sobre tus hombros recae la responsabilidad de haber delegado correctamente, y como no, de los resultados alcanzados por tu personal.
Ahora bien, cuando delegues la realización de un proyecto, o de una tarea, es más que aconsejable que también proporciones a esa persona la posibilidad de tomar sus propias decisiones para llevar a cabo la tarea delegada.
Deja que sienta sobre sus propios hombros el peso de la responsabilidad, y por supuesto, déjale también saborear los éxitos alcanzados.
SI dialogar y apoyar.
Existen muchísimas cosas que puedes hacer sin necesidad de estar entrometiéndote cada minuto. Es más, puede que en algún momento esa persona dirija su mirada hacia ti.
O bien porque le ha surgido un problema al que no encuentra solución, y espera que tú le proporciones la ayuda necesaria para superarlo, o por encontrarse en un momento crítico para el proyecto, y se encuentra expectante, a la espera de ver cómo te pronuncias por la decisión que haya tomado.
De vez en cuando también es bueno que te acerque y hables con él, muéstrale tu apoyo personal, habla con él, y sobre todo, escúchale.
NO hacer lo que se ha delegado.
Eso sí, cuando delegues debes de hacerlo con todas las consecuencias, es decir, no puedes estar constantemente entrometiéndote en lo que se hace, en cómo se hace, o dando contraórdenes sobre lo actuado por esa otra persona.
Es probable que tú lo hubieras hecho de otra manera, pero no eres tú quien lo está haciendo, y eso fue decisión tuya, así que respétate a ti mismo, y respeta a tu subordinado.
Fija plazos.
Establecer una serie de plazos para mantener entrevistas o reuniones, en las que presentar la evolución del proyecto, o los resultados que se van obteniendo, es también importante.
De alguna manera, de esta forma, le estarás haciendo ver el tempo del proyecto, y le estarás fijando la velocidad a la que debe marchar todo.
Pero una cosa has de tener en cuenta si lo haces. El ritmo de las revisiones y los plazos deberías de fijarlo al principio del proyecto, o en caso de que lo hagas después, deberías ir introducir este cambio como es debido.
En caso contrario estarías modificando las reglas del juego una vez iniciado éste, y eso no sería justo.
De revisión.
Aquí, como suele decirse, para gustos los colores, ya que estos plazos de revisión pueden ser mensuales, semanales, e incluso diarios. Puede que incluso prescindamos de ellos. Todo depende de la importancia del proyecto, del tiempo que se va a emplear para llevarlo a cabo totalmente, etc.
Eso sí, en mi opinión, cuanto más próximos estén unos de otros, más breves han de ser, e incluso deberían tener un carácter menos formal.
Por ejemplo, no es lo mismo la reunión mensual donde se van a exponer informes sobre la situación del proyecto ante una audiencia, que las reuniones que mantienes cada mañana con tus colaboradores más íntimos, incluso tomando un café.
De finalización.
Ante todo, los objetivos deseados deben ser alcanzables dentro del plazo de finalización que hayas fijado. Es decir, ese plazo ha de ser suficiente y creíble. Si no, lo único que conseguirás es frustrar a la persona en la que has delegado, eso como poco, si no algo peor.
Claro que puede que una de las cosas que quieras sacar en claro es ver, como la persona en quien has delegado, se desenvuelve bajo una escenario de estrés y presión.
En ese caso puede que ajustar el plazo tanto como sea posible esté justificado. Pero piensa que enfrentar a nuestro personal a batallas imposibles de ganar no es para nada instructivo.
Seguro que a ti se te ocurre alguna recomendación más que añadir, por eso te invito a que la compartas en forma de comentario.
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